a la felicidad de un instante
seguido por la tortura de mil.
Podría flotar entre substancias azules,
poner la soga en mi cuello
y bailar un vals
en caída libre con el viento.

Podría deslizarme
entre manchas de glóbulos rojos,
dejando cuajar la forma de mis pies.
-Pero solo miento-
Exprimo a mis ojos,
las últimas verdades de mis recuerdos,
la justificación para no soñar que muero.
Y me aferro a unas letras,
a un adiós escrito en la cadencia de una vela,
esperando a que llegue el momento.
El momento en que la vida me diga: “ ya es tiempo”…
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