CADUCIDAD
De sus espasmos,
la flor en pétalos
caía.
De sus pecados,
corneas dilatadas
rompían cristales
/estallando ellas mismas
en polvo cortante/.
¿Y en su vientre?
En su vientre
la oscilación gris
desgastaba la voz.
Ella antes de tiempo
se apagaba
delicadamente en la garganta.
Perdía exhausta
la hebra
comulgando el fin
de su propia apoplejía.
El poniente acechaba
los retazos del pasado
y el proverbio sinuoso
calcaba el fuego eterno.
Mientras la sombra fingía
una reencarnación verdadera,
el alma sacudía la tristeza
de la caducidad eterna.
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