En tus polvos
me llevaste envuelta
resucitando sin mí
como si fuera domingo.
Me dejaste sola,
desterrada
y sin llaves para entrar
por los barrotes de tu cama.
Me dejaste sin ti
a mitad del zig zag,
en una alineación inversa
coagulándome entre verbos.
/No grité/
dejé que la tortura
acariciara la voz dentro de la caja.
En mi última reflexión,
tu rasgo tomó forma de distancia
y tus manos se desvanecieron,
dejándome casi diluida en un color primario.
¡Minerva!
(te llamé molesta)
Tu lugar esta junto a mí,
"Tu y yo juntas,
lo que dure la flama
o el peso de un gramo de cera"
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